Sueños que se convierten en vigilia

sonambulismo

Sonambulismo. Se caracteriza por la existencia de episodios motores repetidos durante el sueño.

El sonambulismo es un trastorno del sueño que, en ocasiones, es más conocido por su tratamiento en la ficción literaria y cinematográfica, que por su repercusión e incidencia en la población. Y es que el comportamiento del sonámbulo es, cuando menos, sorprendente. Puede sentarse en la cama y realizar movimientos repetitivos como por ejemplo frotarse los ojos, o manosear la ropa. Puede salir de la cama y caminar alrededor de la habitación o de la casa, con los ojos abiertos y con el nivel de alerta suficiente para evitar los objetos que se encuentren en su camino.

La característica esencial del sonambulismo, en definitiva, es la existencia de episodios repetidos de comportamientos motores complejos, que se inician durante el sueño. El funcionamiento cognitivo del sonámbulo y su capacidad de juicio están muy alterados. Este trastorno se produce habitualmente durante la etapa IV del sueño no REM, en la fase profunda del sueño, cuando la persona está dormida.

En los niños.

El sonambulismo es más frecuente entre los niños, en los que se manifiesta de un modo tranquilo que no acarrea ninguna consecuencia grave para quien lo padece y tiende a desaparecer con la edad. Este problema alcanza su mayor frecuencia a los 11 años.

Se calcula que un 40% de las personas han tenido en su infancia algún episodio de sonambulismo, según fuentes de la Asociación Española del Sueño (Asenarco), pero pocas son sonámbulas en la edad adulta. La inmensa mayoría de las veces se da en niños sanos y no es preocupante, puesto que desaparece de forma natural a medida que el niño crece en torno a los 12 o 15 años. Este hecho sugiere a los expertos del sueño que pueda estar relacionado con el propio desarrollo del individuo.

De este modo, tanto los terrores nocturnos como el sonambulismo pueden reflejar etapas de crecimiento en las que el cerebro aún es inmaduro y, por eso, el niño tiene dificultad para salir completamente del sueño profundo y despertarse, produciéndose un despertar que podría considerarse incompleto.

Frente al sonambulismo plácido de los niños, el de los adultos sí conlleva una conducta problemática, ya que se acompaña con frecuencia de conductas físicas vigorosas o violentas, que pueden producir lesiones a la persona que lo padece. Mientras que el niño sonámbulo no suele recordar ninguno de los sueños que han acompañado al sonambulismo, los adultos sí suelen recordar el contenido de sus ensueños y estos son de naturaleza violenta en ocasiones. Sueñan con situaciones límite que invitan a escapar y, por eso, se despiertan de forma abrupta.

Más información sobre este y otros trastornos: www.asenarco.es.